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domingo, 3 de febrero de 2013

¿HAS PROBADO A LOS QUE DICEN SER APÓSTOLES?


Por Freddy W. Cervantes, siervo de Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.


“…y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos…” (Apocalipsis 2:2).

Introducción

En su discurso de despedida en Mileto Pablo el apóstol advirtió a los ancianos de Éfeso que después de su partida entrarían en medio de ellos hombres que, como una jauría de lobos rapaces, no tendrían misericordia del rebaño del Señor. (Hechos 20:29).  En vista a esa amenaza próxima, los ancianos deberían estar en guardia, velando en todo tiempo por ellos, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo los había puesto. (vv. 28,31).


Con el pasar del tiempo lo advertido por Pablo se cumplió a cabalidad. Para el tiempo en que Juan escribiera la carta a la iglesia de Éfeso falsos apóstoles, que por fuera vestían como ovejas, más por dentro eran lobos rapaces (probablemente judaizantes), invadieron el redil de las ovejas de Éfeso a fin de hacer presa de ellas sin embargo aquella iglesia tuvo muy en cuenta la advertencia hecha por Pablo tiempo atrás no se comían, por utilizar una frase, el cuento tan fácilmente sino que probaban minuciosamente a los que venían a ella diciendo que eran apóstoles y los hallaron mentirosos.

    
    
Hoy parece que la historia vuelve a repetirse. Bajo el pretexto de que “Dios está restaurando los cinco ministerios de Efesios 4:11”, especialmente el del apóstol al que se da mayor énfasis que a los demás, multitud de hombres-lobos astutamente disfrazados se presentan a sí mismos como “apóstoles”, y “apóstoles”, que de forma exclusivista aseguran poseer “nueva y mayor  revelación”, que lo ya revelado en la Biblia, hombres pedantes, que ostentan “altos rangos eclesiásticos y niveles de unción”, y a quienes hay que someterse sin cuestionarles en lo más mínimo.


Es en momentos como este que debemos ser diligentes igual que Éfeso al probar cuidadosamente a los que vienen a nosotros diciendo ser “apóstoles”. No podemos darnos el lujo de creernos cándidamente todo lo que nos digan. Debemos tener fe pero no ser crédulos ya que existe una marcada diferencia entre el ser crédulo y el ser creyente.

El crédulo a todo lo que escucha dice amén “El simple todo lo cree.” (Pr. 14:15a), o sea es presa fácil de las fieras salvajes vestidas de mansas ovejitas.
Mientras que el creyente todo lo que escucha prueba, indaga, juzga, examina e investiga “…el avisado mira bien sus pasos.” (v. 15b), dicho de otro modo antes de dar su aprobación respecto a cualquier asunto analiza cautelosamente lo que oye a fin de no ser víctima del engaño.

A través de la Biblia se nos exhorta a los cristianos de todos los tiempos a que seamos juiciosos en todo momento, a saber: capaces de emitir juicio sobre tal o cual situación, conducta, hecho o persona (Mt. 7:15-20; Hch. 17:11; Ef. 5:10; 1Co. 14:29; 1Ti. 3:10a; 1Ts. 5:21; 1Jn. 4:1). Y esto es precisamente lo que haré de inmediato para ver si los apóstoles modernos son lo que dicen ser.

    I.        ¿Qué significa el término apóstol?

En esta parte, explicaremos de forma sencilla pero a la vez contundente lo concerniente a este término, por cierto, tan mal definido por algunos que erguidos hoy por hoy se autoproclaman ser “apóstoles”, sin tan siquiera saber cuál es su verdadero significado.

Según el Diccionario Bíblico Mundo Hispano J.D. Douglas & Merrill C. Tenney, el término Apóstol del gr., apóstolos, significa sencillamente enviado, misionero o embajador. A lo largo del NT este término se aplica de tres diversas maneras a varios hombres como lo veremos a continuación:

1. Señala a Jesucristo, el enviado de Dios a esta tierra con una misión específica, salvar a los pecadores no arrepentidos de la condenación eterna (Jn. 3:17; 13:16;Heb. 3:1), en este sentido Jesucristo es un apóstol de Dios, el Apóstol de apóstoles, el Apóstol por antonomasia para ser más preciso.

2. Designa comúnmente a un miembro del grupo de los doce discípulos que Jesucristo mismo escogió para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad y poder para sanar enfermedades y para echar fuera demonios (Mt. 10:1–8; Mr. 3:14; 6:13–19, 30; Lc. 6:12–16; Hch. 1:26; Ap. 21:14). En esta misma categoría  entra Pablo quien pese a no haber estado junto a Jesucristo durante todo el tiempo de su ministerio terrenal fue testigo visible de su resurrección física (1Co. 9:1; 15:8), y llamado por elección divina (Gá. 1:1; Ef. 1:1; Col. 1:1; etc.), sucesos que certifican fehacientemente su apostolado, convirtiéndose así en el último de todos los apóstoles.

Fueron estos apóstoles junto con los profetas del AT los que pusieron el fundamento (Ef. 2:20), ¡Entiéndase!, en lo que enseñaron acerca de la persona y obra del Señor Jesús siendo Él, el fundamento perenne (Mt. 16:18; 1Co. 3:11), y la principal piedra del ángulo (Ef. 2:20b),en quien todo el edificio, que es la iglesia, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor (v. 21), y morada de Dios en el Espíritu (v. 22).

3. Designa en sentido general a misioneros destacados. Por ejemplo, JACOBO el hermano del Señor (Gá. 1:19),  BERNABE (Hch. 14:4,14), TIMOTEO y SILVANO (1Ts. 1:1; 2:6), ANDRONICO y JUNIAS (Ro. 16:7). En (1Co. 15:5,7), Pablo evidentemente distingue entre <<los doce>> (categoría 2, arriba) y <<todos los apóstoles>>  (categoría 3). De esto estaré hablando en detalle más adelante.

Teniendo claro los distintos significados donde aparece el término apóstol podemos aplicarlos correctamente sin que haya malas interpretaciones escriturales.

Por otro lado, el término o título de apóstol jamás tuvo la intención ni la tendrá de diferenciar a uno de otros, implantando una especie de autoridad jerárquica eclesiástica que subyugue inclemente a otros a diestra y siniestra. Es cierto que los apóstoles jugaron un papel importante en el aspecto fundacional de la iglesia; pero también es cierto que ninguno, basado en su oficio, posición y título (Gá. 2:9), reclamó para sí reconocimiento, obediencia ciega y autoridad suprema sobre otros (cosa que arbitrariamente suelen hacer los llamados “apóstoles”, de turno). Antes bien, conscientes de la enseñanza dada por su Señor y Maestro (Mt. 23:8),obraron de acuerdo a ella. Por ejemplo Pedro que era considerado por muchos cristianos judíos como el principal apóstol (Gá. 2:11), no por ello tuvo el primado infalible entre ellos; es más, en una de sus epístolas escribe humildemente:

“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.” (1P. 5:1-3).

Por esto sabemos que dentro de la iglesia del Señor no existen jerarquías eclesiásticas compuestas por una gama de “súperapóstoles y profetas especiales”, al mando. Aquello es simple y llanamente la vieja y aborrecible obra y doctrina nicolaíta (Ap. 2:6,15), que en tiempos primitivos dividió al pueblo en grupos, lo cual dio lugar prontamente al surgimiento del sistema clerical en la iglesia romanista, es decir, el clérigo - ministro del señor arriba, el laicado - conjunto de fieles abajo.

A los ojos de Dios, todos los creyentes sin preferencia alguna somos iguales (Mt. 23:8), nadie (excepto Cristo la cabeza de la iglesia que es su cuerpo), está por encima de nadie.

Dicho esto consideremos lo siguiente:


  II.        ¿Cuál era el requisito para ser un apóstol?

Tras el suicidio de Judas Iscariote quien fue contado con los doce, y tuvo parte en el ministerio con ellos (Hch. 1:17), Pedro ansioso de que se completara el número de los apóstoles, por obvias razones, (Mt. 19:28; Ap. 21:14), tomando la palabra en medio de los hermanos propuso los requisitos indispensables para que otro reemplace y tome parte del ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar(Hch. 1:25).Pedro comienza su intervención diciendo lo siguiente:

Requisito #1.- Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros…” (vv. 21-22).

Según estos versículos era de vital importancia que el candidato al oficio apostólico hubiese andado con Jesús desde su bautismo por Juan hasta su posterior ascensión.

Requisito #2.- “…de su resurrección.” (v. 22).

Seguidamente debía haber presenciado la resurrección corporal del Señor Jesús.

Aunque Pablo no cumplía con el primer requisito, el segundo lo cumplió cabalmente al haber visto con sus propios ojos al Cristo resucitado (1Co. 9:1; 15:8). Otra prueba que sitúa a Pablo al mismo nivel de los doce y que hace que la defensa de su apostolado tome aún mayor fuerza se debe al hecho de que fue nombrado y constituido como apóstol por Cristo mismo (Hch. 9:1-31; 26:16-18; Gá. 1:1; 1Ti. 1:1; 2:7), viniendo a ser el último de todos los apóstoles lo cual inhabilita de golpe y porrazo a cualquiera de los que al presente proclaman serlo.

Volviendo al asunto del que reemplazaría a Judas Iscariote en su oficio como apóstol (Hch. 1:20), luego de que Pedro citaré las dos cualidades que se requerían para ser un apóstol (vv. 21-22), en un acto de mutuo acuerdo señalaron a Dos hombres: José… por sobrenombre Justo y a Matías, rotundos candidatos. Y orando al Señor para que mostrará cuál de ellos habría de ser escogido, la suerte (un método de discernir la voluntad divina en el AT <<Pr. 16:33>>), cayó sobre Matías; el cual fue contado con los once apóstoles (vv. 24,26).

Nótese que a diferencia de los “apóstoles”, que hoy se ordenan a sí mismos en la elección de Matías los apóstoles no obraron de forma independiente sino que oraron al Señor quien lo escogió para que tomase el lugar de Judas Iscariote y de este modo se completase el número vacante (duodécimo), de los apóstoles. Pasado este suceso no hay registro alguno en la historia de la iglesia primitiva que indiqué una “sucesión o continuación de apóstoles”, (Hch. 12:1-2; 1Ti. 3:1-10,12-13), como nos lo quieren hacer creer los exponentes del “Naciente Apostolado, o Nueva Reforma Apostólica”, la cual no es otra cosa que doctrina católico-romana.


Ordenación al sacerdocio. Dentro de la teología católica, la doctrina de la sucesión apostólica mantiene que la Iglesia Católica es la sucesora y heredera espiritual de los apóstoles.

En base a toda esta información es un absurdo grotesco enseñar que el día de hoy exista una “sucesión o línea ininterrumpida de nuevos superapóstoles”, o una casta especial de ellos puesto que para ser un apóstol en los inicios de la época cristiana, reitero, y no me canso de ello (Flp. 3:1), era requisito indispensable haber caminado junto a Jesús durante los tres años de su ministerio público y ser testigo ocular de su resurrección.

Pregunto ¿Cuántos de estos “apóstoles  modernos”, que hoy pululan por doquier cumplen satisfactoriamente con estos requisitos? La respuesta es obvia ¡Ninguno!, por muchas credenciales y diplomas que presenten, o por muchos sueños o visiones que cuenten la respuesta seguirá siendo la misma ¡Ninguno! Con la muerte de los doce y posteriormente de la de Pablo el ministerio u oficio apostólico cesó para siempre, volviéndose este único e irrepetible.

Los que están en completo desacuerdo con esta verdad bíblica e irrefutable de seguro argumentaran:

“y qué de los demás apóstoles mencionados en la Biblia”

 Jacobo, hermano del Señor (Gá. 1:19), Bernabé (Hch. 14:4, 14), Andrónico y Junias (Ro. 16:7), Tito (2Co. 8:23),Epafrodito (Flp. 2:25), Timoteo y Silvano (1Ts. 1:1; 2:6).

A simple vista pareciera que hubiera una contradicción pero no la hay. Los apóstoles a los que se alude en estos versículos son ni más ni menos que los misionerosenviados a predicar el evangelio donde Cristo no ha sido predicado (Ro. 15:20), de modo que se salven almas y se planten iglesias locales.
Al respecto comenta el Dr. Antonio Bolainez en un panfleto (Apóstol verdadero o falso), publicado en su pág. Web:

“Quienes son los que han desempeñado el ministerio apostólico en estos últimos cien años, indiscutiblemente que todos aquellos siervos que fueron como misioneros a todas las regiones del mundo no evangelizado, en especial América, que fue el último continente en llegar el evangelio, por cuanto fue el último en ser descubierto.


La inmensa mayoría de estos misioneros mayoritariamente europeos y estadounidenses, renunciaron a sus privilegios de vida, y algunos norteamericanos hasta hipotecaron sus casas para irse de misioneros a Latinoamérica, sabiendo que probablemente nunca iban a regresar.
Estos hombres enviados, fueron a estos países no a robar ni a quitarle nada a estos pueblos, fueron a dar sus propias vidas al servicio del Señor Jesucristo. Ellos fundaron múltiples iglesias, y de sus ministerios hasta hoy en día siguen saliendo ministros; y aunque la mayoría de ellos ya estén muertos la obra que iniciaron continua viva… ellos fueron perfectos apóstoles, aunque nunca nadie les dio el título, pero es que en el sentido general no necesitan que les digan apóstoles, sus hechos hablaron y siguen hablando en una gran cantidad de misioneros y supervisores de iglesias en todo el mundo.”

En un sentido secundario e inferior son apóstoles aquellos que haciendo la obra misionera van a otros lugares no evangelizados predican el evangelio, discipulan nuevos convertidos y fundan iglesias locales para luego así continuar con esta obra en otro sitio. Más esto no debe ser motivo para que algunos al presente se igualen a Pablo o a los doce; aquello es simplemente presunción de lo que evidentemente se carece.

En un sentido primario como lo he venido explicando a lo largo de este artículo, dentro de los requisitos necesarios previamente citados ¡HOY NO EXISTEN HOMBRES QUE EJERZAN EL OFICIO DE UN APÓSTOL!, aunque algunos por ahí justifiquen neciamente la continuación del mismo. Lo que sí está en vigencia y tiene validez absoluta para esta época es la sucesión apostólica en cuanto a doctrina se refiere. Y aquí encuentro acertado el comentario que hace al respecto el Dr. Charles Ryrie en la pág. 468 de su libro Teología Básica:

“....hay una faceta legítima de la sucesión apostólica en que la doctrina de los apóstoles es la que deben enseñar las generaciones subsiguientes (2Ti. 2:2), pero esa es una sucesión de doctrina, no de ordenación.”

Una verdad tan clara como esta nos deja saber quiénes son verdaderamente los “apóstoles actuales”. De esto abordaré brevemente a continuación:

   III.        ¿Quiénes son los apóstoles actuales?


                                                   


Frente a todo lo expuesto hasta ahora puedo asegurar sin temor a equivocarme que aquellos que en este tiempo se hacen llamar “apóstoles”, en el sentido o categoría de los doce y de Pablo no son sino una bandada de farsantes y mentirosos, lo que en sus días Pablo llamó ciertísimamente: “…falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo.” (2Co. 11:13), en pocas palabras, jamás fueron llamados por el Señor Jesucristo como tales, ellos mismos se adjudicaron para sí el título propiamente dicho a fin de sacar el mayor provecho posible de ello.


Son estos apostolillos que por avaricia explotan a sus víctimas haciéndoles creer a base de lisonjas que serán ricamente bendecidos una vez que den para sus “ministerios”, ¡Que fraude más grande! otros son tan descarados que citando textos fuera de contexto dicen: “antes se traía todo a los pies de los apóstoles; qué te impide ahora  traérmelo todo a mí”. Y eso todo incluye lujos y derroches de toda clase, ropas de marca, hospedaje en hoteles 5 estrellas, mansiones valoradas en millones de millones, carros del año, alhajas de oro purísimo de tantos quilates, dinero en abundancia, etc., si no piden la mujer del prójimo es porque ya sería demasiada la sospecha que levantarían.

En comparación con todos estos que al presente usan la Biblia para lucrarse del bolsillo ajeno Juan Teztel, es solo un minúsculo aprovechado de la edad media (Prácticamente nada).
Suena gracioso pero es la pura verdad.

Continuando con Pablo, el apóstol nos deja saber algo mas respecto al carácter de los falsos apóstoles: “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia…” (vv. 14-15a). Es bien sabido que Satanás busca imitar a Dios a como dé lugar y así como Él tiene ministros a su disposición asimismo Satanás tiene los suyos y en ocasiones se vale de ellos para llevar a cabo sus malévolos propósitos. Por tanto, no debería de extrañarnos que detrás de toda esta promoción con disfraz de “nuevo apostolado”, se oculten un buen número de ministros satánicos “…cuyo fin será conforme a sus obras…” (v. 15b), al final a ellos se les dará a probar una cucharada de su propia medicina.


Conclusión

Más allá del título, más allá de la apariencia, más allá de cualquier terminología religiosa examinémoslo todo a la luz del Sagrado Libro, la Biblia especialmente en estos tiempos que vivimos, tiempos peligrosos donde el engaño es el arma más eficaz que Satanás tiene a su favor.



                                            

EL EVANGELIO SEGÚN SAN YO.



Por Freddy W. Cervantes, siervo de Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.





“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.” (2Corintios 4:5).


Introducción

Hoy por hoy a través de los medios de comunicación, y aún desde los púlpitos, se ve y escucha a supuestos predicadores, predicando el título jerárquico que poseen. Por ejemplo A cuántos escuchamos decir: “Yo soy el ungidísimo apóstol, la revelación del momento, el hombre de Dios para este tiempo, dotado de poderes inimaginables nunca ante vistos, el arrastra multitudes,”, y cosas así por el estilo todo ello, por supuesto, para que el auditorio sepa con quien está tratando no con un simplón sino con un “gigante de púlpito”.                             

Otros a diferencia de los antes mencionados a manera de propaganda se dedican a predicar su amplio historial “ministerial”, los milagros que realizan, las continuas “revelaciones” que tienen, las actividades, la trayectoria y la fama de su “ministerio”, lo apretado de su agenda, la tremenda “unción” que habita en ellos, los demonios que echan fuera, la amenaza que representan aún para el mismísimo infierno, en fin las predicaciones de ahora aunque no todas pero si una gran parte de ellas, exaltan en una forma desmedida a iglesias, letreros, misiones, ministerios, concilios, hombres, etc., y no al objeto principal de esta, la persona y obra del Señor Jesucristo el cual derramó hasta la última de las gotas de su preciosísima sangre en la cruz del calvario para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.

Esta es la razón por la que me urge compartirles tres principios indispensables que todo buen predicador debe tener en cuenta a la hora de exponer la Palabra De Dios a los oyentes.

Notemos en primer lugar lo que dijo Pablo a los corintios:

I. “Porque no nos predicamos a nosotros mismos…” (V. 5[a]).

Aquí habla de la prohibición del predicador. Como tal Pablo se negó a predicar a sí mismo sus palabras y hechos, sabiendo que le estaba y está terminantemente prohibido a todo predicador hacer semejante barbarie.
He aquí 3 razones para no predicarse a sí mismo.


a) Primera razón: Un buen predicador o heraldo de la Palabra de Dios, no busca gloria de los hombres de este mundo, la rechaza contundentemente. “…ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros…” (1Tesalonicenses. 2:6).

Muchos de estos tipejos de la predicación moderna, cuando abren su boca lo hacen con el propósito de recibir el aplauso y la alabanza de los hombres más, Jesús hablando de los que hacen tales cosas dijo estas palabras: “…les aseguro que ellos ya tienen su recompensa...” (Mateo 6:2, 5, 16).

Aquí la palabra recompensa es un término comercial y significa pagado por completo en otras palabras si el predicador, predica para que otros lo vean, lo verán y ya, eso fue todo, no recibirá nada mas (ni una alabanza menos ni una alabanza mas) ya se le pago por completo. Uno de los atributos morales de Dios, es la justicia, por medio de la cual el premia o castiga al hombre según sea su obra.

Por eso: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 6:1).

No es el acto de predicar lo que Dios condena, entiéndase bien sino el motivo por el que se predica. Y si nuestra motivación es la notoriedad (ser vistos y vitoreados por los hombres), entonces esta será la única recompensa que recibamos, Dios no recompensará jamás la hipocresía.

b) Segunda razón: Un buen predicador no predica su propio evangelio.

Teniendo en cuenta que la predicación no es otra cosa sino dar un mensaje de parte de Dios tal y como ha sido dado. Dios emite el mensaje, el hombre recepta dicho mensaje. El predicador es un mensajero con la tarea de dar a conocer a otros el mensaje que Dios le ha dado (en este caso el mensaje del evangelio de Cristo), pero, cuando el predicador excluye a Dios de su mensaje y se predica a sí mismo, hablando de sus hechos y experiencias a expensas de los dichos y hechos de Dios, a más de ser la peor de las presunciones, corre el grave peligro de predicar su propio evangelio.

William Barclay en su Diccionario Palabras Griegas Del Nuevo Testamento – su uso y su significado, en la parte que corresponde a (gr., Euaggelion o Evangelio, buenas nuevas), comenta lo siguiente:

El euaggelion es algo que el hombre puede "distorsionar" o "pervertir" (2Co. 11:4; Gá. 1:6, 7). Puede darse algo semejante a lo que Pablo llamó "otro evangelio". Cuando un hombre empieza a predicar el evangelio como a él le gustaría que fuera, en vez de como Dios determina que sea, lo único que consigue es predicar "otro evangelio".

Predicar en esa condición es decir, desprovisto de Dios es simple y llanamente ¡Voz de hombre y no de Dios! (Hechos 12:22).

Por desgracia la iglesia del Señor está plagada por ese tipo de predicaciones, predicaciones vanas, huecas y vacías donde Jesucristo cuyo nombre que es sobre todo nombre no aparece para nada, más se oye hablar de los “nuevos-súper-mega-hyper-apóstoles y profetas”, entre los que bien podría mencionar a ellos Rony Chaves, Ca$h Luna, Guillermo Maldonado, Cesar Castellanos, Ana Méndez, Adrián Amado y una sarta de lobos rapaces más… que aparecen ante sus víctimas como “escogidos de Dios” para provocar según ellos un “avivamiento” que sacudirá tremendamente a las naciones del mundo entero.

Para aquellos “…que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento  del bien y el mal <<Cristianos maduros en la fe>>.” (Hebreos 5:14). Les pregunto ¿No les sabe esto a otro evangelio? Efectivamente EL EVANGELIO SEGÚN SAN YO, el evangelio que está de moda en muchos púlpitos llamados cristianos, ya no es el evangelio que pone en alto el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, ahora es el evangelio que eleva al predicador a la categoría de un “dios”, el evangelio que hace del siervo, señor, el evangelio egocéntrico, el evangelio que deifica el ego del predicador, el evangelio exclusivista, el evangelio que no toma en cuenta a Dios sino al hombre. Esa es la clase de evangelio que nos están predicando en muchos de esos famosos congresillos “apostólicos” y “proféticos” estos que se llenan la boca vociferando ser embajadores del reino, un evangelio paupérrimo, un evangelio mísero que en nada absolutamente en nada aprovecha a los oyentes. Al contrario los conduce más y más a la impiedad y en el peor de los casos hasta el mismísimo infierno.


c) Tercera razón: Un buen predicador no  acarrea, evita la maldición divina:

“Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.” (Gálatas 1:8-9).

Ay del predicador que se atreva a predicar “otro evangelio”, distinto al único y verdadero evangelio predicado por Cristo y sus apóstoles, más le valdría no haber nacido. Porque de cierto digo, que el tal, caerá, ineludiblemente bajo la maldición divina, su atrevimiento no quedará en la impunidad, Dios lo castigará con la dureza que el caso merece:

“Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” (Apocalipsis 22:18-19).

¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1Corintios 9:16).


Predicadores, si en algo valoramos nuestras almas, prestemos atención al castigo, y a quien lo establece.

Hasta aquí hemos hablado solamente de la prohibición del predicador, veamos ahora el tema central del predicador; leamos por favor la segunda parte del texto en consideración.
(Continua abajo).

II. “…sino a Jesucristo como Señor,…” (V. 5[b]).

Si echamos un vistazo al perfil biográfico de Pablo, descubriremos que este hombre en verdad tenía de que gloriarse, notemos por un momento lo que era antes de su conversión:

“Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.” (Filipenses 3:4-6).

Ahora veamos lo que fue después de su conversión:

Echaba fuera demonios (Hechos 16:18).
Dios obraba milagros extraordinarios por su mano (Hechos 19:11-12).
Fue mordido por una víbora venenosa y salió ileso (Hechos 28:3-5).
Recibió grandiosas revelaciones. (2 Corintios 12:1-2,4,7).
Fue constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. (2Timoteo 1:11).
Escribió 14 de las epístolas que hoy constituyen gran parte del NT.
Pablo era sin lugar a dudas (un instrumento poderosísimamente usado en las manos de Dios), pero jamás de los jamases se les subieron los humos a la cabeza, como se les sube a muchos, cuando hacen esto o aquello.

Yo sé y estoy seguro que si alguno de estos “superapóstoles” hubiese estado en el  lugar de Pablo; hace mucho que hubiese dado a conocer a los medios televisivos, el potencial que hay en ellos, la facilidad que tienen para hablar, y demás fanfarronadas como estas.

“Sin embargo si quisiera gloriarme, <<hablando Pablo>> no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí.” (2Corintios 12:6).

He aquí un modelo de predicador, cuyo tema central en la predicación no era su propio “yo” sino Jesucristo:

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” (Gálatas 2:20).

“…nosotros predicamos a Cristo crucificado…” (1Corintios 1:23).

“Porque me propuse no saber nada entre vosotros, sino a Jesucristo, y a él crucificado.” (1Corintios 2:3).

“Por tanto, os ruego que me imitéis.” (1Corintios 4:16).

No basta con ser predicadores, cualquiera hasta el diablo y sus demonios lo son (2Corintios 11:14-15). Hemos de seguir el buen ejemplo que nos dio Pablo, a mi juicio uno de los más grandes predicadores (después de Cristo), que ha tenido el evangelio.



Que diferente a los mequetrefes que hoy se dicen ser predicadores del evangelio, dé qué evangelio habría que preguntarles, porque del evangelio bíblico evidentemente que no son. Véanse solamente los anuncios publicitarios de los así llamados apóstoles, doctores e iluminados, o las portadas de los libros que publican a diario, o el nombre del ministerio que ejercen que no es otro que el de ellos mismos y se probará que la predicación de “otro evangelio”, en los círculos cristianos es del todo evidente, y esto a los ojos de Dios, es un hecho repudiable porque mientras unos malgastan el tiempo hablando de sí mismos otros por millones van camino al infierno, lugar de tormento y eterna condenación donde serán atormentados de día y de noche, sin descanso alguno.

Por tal razón, los oyentes necesitan más que vanas palabrerías con el nombre de evangelio, la mujer de mal vivir, el borracho, el idólatra, el pecador más vil y aborrecible necesitan urgentemente que le prediquen el evangelio bíblico, el evangelio Cristocéntrico, el evangelio predicado por Pablo, Pedro y los demás apóstoles que no consiste en palabras ni en presunciones sino en poder de Dios para salvación de todo aquel que cree; siendo Jesucristo mismo, el tema central de dicha predicación evangélica.

Myer Pearlman, un teólogo que dedicó gran parte de su vida a la enseñanza, una vez dijo:

“Cristo ha hecho posible la salvación proporcionándola; la iglesia debe hacerla una realidad proclamándola.”

¿De qué manera? De la siguiente:

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Marcos 16:15-16).

Desde luego que no se trata de «un» evangelio sino «del»evangelio. Es de vital importancia saber distinguir entre «un» evangelio y «el»  evangelio. En cuanto a lo primero han surgido muchos “evangelios”, entre ellos “el evangelio según san yo” (2Corintios 11:4; Gálatas 1:6,8-9; 1Timoteo 6:3), en cambio «el» evangelio es uno (Gálatas 1:7), y se diferencia de los otros. Primero, porque se basa en la autoridad y veracidad de las Escrituras (Romanos 1:1-2), segundo, porque son buenas nuevas, las buenas nuevas de que Dios ha provisto gratuita salvación a los pecadores no salvos por medio de la fe en su Hijo Jesucristo, el tema central del único y verdadero evangelio. Fuera de él los demás son puro cuento.

Finalmente quiero hablarles de la presentación del predicador.
Leamos lo que dijo Pablo en la última parte del versículo 5 del capítulo 2 de 2 a los Corintios. (Continua abajo).

III. “…y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús....” (V. 5[c]).

Nótese que Pablo aunque era un gran apóstol (Romanos 1 :1,4-5; 1Corintios 1:1; 2Corintios 2:1; Gálatas 1:1; Efesios 1:1; Colosenses 1:1; 1 y 2Timoteo 1:1; Tito 1:1), en está ocasión, no dijo que lo era, aunque ciertamente hubo ocasiones en que se vio obligado a vindicar su apostolado (1Corintios 9:1-2; 2Corintios 12:12; Gálatas 1:1), más lo hizo porque algunos falsos maestros lo cuestionaban duramente. Por otra parte, Pablo señaló su apostolado no con orgullo personal, ni como teniendo señorío sobre los que estaban a su cuidado (1Pedro 5:3; 2Corintios 11:28), sino con humildad y sencillez de corazón, sabiendo que el Señor mismo lo apartó, llamó y capacitó para llevar a cabo este noble oficio (Hechos 9:15; 26:15-18; Romanos 1:1).  Por  último, escuchemos lo que Pablo dijo de sí mismo: “yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol...” (1Corintios 15:9-10).

Volviendo al punto de partida, Pablo siendo un apóstol legítimo no tomó en cuenta lo que era,  humildemente se presentó como siervo (esclavo), a más de Jesucristo, de sus hermanos por amor de Jesús. Y esto concuerda precisamente con la enseñanza que Jesús les dio a sus discípulos acerca del servicio a otros.

“Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:25-28).

Parecer ser que los discípulos tenían un punto de vista bastante distorsionado acerca de la grandeza en el reino de Jesucristo. Ellos pensaban en la grandeza en términos de gobierno y dominio. Es similar lo que sucede en la iglesia en el día de hoy, aquellos que se dicen ser “predicadores del evangelio”, pero, que de predicadores no tienen sino solo el nombre, llevados por una megalomanía voraz e insaciable, ambicionan poder, prestigio, admiración, el uno se cree más que el otro, más importante, más excelso, más usado, más atrayente.                                                                    

Basta solo dar oídos a las sandeces que en veces predican:

“Eliseo fue el profeta de la doble, Yo, yo el varón de la “triple unción del espíritu”, eso no es nada, dice otro, mi “fe”, mi “fe”, es capaz de obrar cualquier que se me antoje, cuando quiera, como quiera, y donde quiera ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de mis “dones”, de mis “talentos”, de mis “experiencias”, del “poder” que tengo para decretar y establecer el gobierno de Dios en la tierra aquí y ahora.”

Todo el mundo quiere ser “Grande”, “Cabeza no cola”, “Lucirse”, “Hacer gala de sus credenciales eclesiásticas”, pues mientras más grande sea el “título”, o la “experiencia”, más grande será la ovación y el homenaje. ¡Esto es el colmo de los colmos! el cristianismo, por así decirlo, parece ser una competencia atlética donde el que llega primero recibe el premio.

A estas alturas donde algunos piensan en grande, deseosos de encumbrarse en las esferas más altas dentro y fuera de la cristiandad muy poco se habla de servir a otros es más, lo último en predicación es “Atrévete a soñar en grande”, “Conquista los reinos de este mundo y la gloria de ellos”, “Sueña y ganarás el mundo”, “Liderazgo de éxito”, “Cabeza no cola”, y demás. Ejemplo de ello son las recientes corrientes apóstatas del carismatismo-neopentecostal, comúnmente llamadas “Dominionismo o Reino Ahora”, “G12 o Gobierno de Doce”, y “D12 o Modelo de Jesús”, cuya meta principal es ejercer mediante la conquista masiva “dominio” sobre todo y en todo. Esto en Catolicismo Romano se llama El Poder Universal/Temporal – Doctrina que enseña que la iglesia ejerce dominio absoluto en este mundo. Esta doctrina Católico-Romana adoptada y predicada por un gran número de predicadorcillos es diametralmente opuesta a las palabras de nuestro Señor Jesús cuando dijo: “…los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, no será así…” notemos que no es una licencia para “dominar” al más puro estilo mundanal haciendo que los demás sientan el peso aplastante de la autoridad; aquí hay una prohibición, una negativa de por medio; los creyentes peor los predicadores no somos llamados a portar coronas ni a sentarnos en tronos o aún a ser servidos o anhelar puestos de privilegio en este mundo más los predicadores del “evangelio yoista” (Ca$h Luna, Guillermo Maldonado, Cesar Castellanos y compañía, ya que son innúmeros), lejos de importarles lo prohibido por Jesús, miden la grandeza por los altos logros que alcanzan y el poder que ejercen. Sin embargo, en el reino de Cristo, la verdadera grandeza radica en el servicio.

De manera entonces, que si alguno de nosotros anhela ser grande, ha de ponerse primeramente al servicio de los demás. El que ocupa una posición privilegiada en el cuerpo de Cristo que es la iglesia, ya sea pastor-maestro, ya sea evangelista, ya sea cantor, ya sea lo que sea, no se crea capataz, bájese de esa nube y comience a servir a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Tal como lo hizo Jesús quien no vino a este mundo para que le sirvan sino para servir (Juan 13:1-17). De ahí que Jesús seael ejemplo magistral del servicio humilde.

“Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” (Juan 13:15).


 Nosotros llamamos a Jesús Señor y Maestro; y decimos bien, porque lo es. Y si él, siendo Señor y Maestro tuvo que servir a sus discípulos (hombres rústicos, comunes y corrientes, muchos de ellos pescadores iletrados), ¿Quiénes nos creemos que somos para no servirnos los unos a los otros? A los ojos Dios Todos los habitantes de la tierra (incluyendo nosotros) son considerados como nada…” (Daniel 4:35), “Pero por la gracia de Dios somos lo que somos…” (1Corintios 15:10), “…linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios…” (1Pedro 2:9), “… a fin de que nadie se jacte en su presencia.” (1Corintios 1:29).

Por eso cada vez que tengamos megalomanitis (delirios de grandeza o ansias de poder), acordémonos de estas palabras:

“De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.” (Juan 13:16).

En relación a este versículo William MacDonald comenta:

“Todo aquel que es enviado (cada discípulo) no debería considerarse demasiado alto para hacer nada que Aquel que le envió (el Señor Jesús) haya hecho.”

“Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.” (Juan 13:17).

Amados consiervos en cuanto dependa de nosotros, independientemente de lo que seamos, la posición que ocupemos, estimemos cada uno a los demás como superiores a nosotros mismos. Tendámosle la mano al caído las veces que sea necesario, suplamos las necesidades físicas, emocionales y espirituales de las personas, hagámonos que nuestras vidas al igual que la de aquellos grandes hombres de Dios en el pasado, se caractericen por servir humildemente a otros. Porque alguien dijo y con muchísima razón “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”, o sea es un bueno para nada, alguien inservible y lo inservible se arroja al basurero.


Conclusión

Los predicadores del evangelio según san yo dicen:

Guillermo Maldonado (en una de sus muchas intervenciones).- “Dios nos ha llamado a nosotros, los apóstoles, para que traigamos toda esta reforma a cabo, implantándola dentro de la Iglesia; la reforma es poderosa porque trae el Avivamiento; la reforma es lo que trae el orden en las cosas... para poder estar en el filo cortante de lo que Dios está haciendo hoy, tenemos que pegarnos a los apóstoles, porque los apóstoles tienen el acceso a la abundante revelación del Espíritu de Dios. Los apóstoles son los edificadores del reino, son los que tienen el diseño del discípulo, alabanza, adoración y evangelismo. Los apóstoles reciben abundante revelación de Dios, es decir cosas que están en la Biblia pero por causa de las tradiciones nuestras no las vemos entonces Dios toma esas verdades y se las revela al apóstol para que las de a conocer al pueblo.”

Cash Luna (en cierta ocasión).- “Las personas no pueden acercárseme a 4 metros porque la unción es tan poderosa que no aguantarían.”

Ana Méndez Ferrell (en un libro acerca de la guerra espiritual).- “Escribí este libro basado en una profunda revelación y extensos encuentros personales en el campo de la guerra espiritual…. En todos los grandes movimientos del Espíritu Santo, el diablo ha levantado una oposición entre los que no han experimentado una profunda revelación de lo que Dios está haciendo. Por esta razón encuentro practico el escribir e instruir sobre guerra espiritual de alto nivel en las regiones celestiales, con el fin de conseguir la seguridad y el coraje necesario para ver la guerra realizada. En estas páginas, usted encontrará revelaciones que no son comúnmente escuchadas en el cuerpo de Cristo; esto es el fruto de una vida inmersa en el propósito de Dios para destruir las obras del diablo. También descubrirá profundas reflexiones de guerra que solo pueden ser obtenidas después de innumerables batallas y victorias.                                                                 
 Yo creo que Dios ha inspirado este libro para que Su luz pueda brillar sobre todas las preguntas planteadas por guerreros valientes. Estas son preguntas que libros de teología no son capaces de responder; preguntas válidas que salen de las voces de la confusión desatada por el diablo en un intento por desalentar a los verdaderos guerreros.                                                                                                                         Que Dios ilumine los ojos de su entendimiento mientras lee estas páginas, y sea inspirado para enlistarse en el ejército terrenal del Dios vivo.”

Cesar Castellanos Domínguez (en uno de sus libros).- “En 1991, sentimos que se aproximaba un mayor crecimiento, mas algo impedía que el mismo ocurriese en todas las dimensiones. Estando en uno de mis prolongados períodos de oración, pidiendo dirección de Dios para algunas decisiones, clamando por una estrategia que ayudase a la fructificación de las setenta células que teníamos hasta entonces, recibí la extraordinaria revelación del modelo de los doce. Dios me sacó el velo. Fue entonces que tuve claridad del modelo que ahora revoluciona el mundo en cuanto al concepto más eficaz para la multiplicación de la iglesia: los doce… Se puede decir que un pastor que no entre en esta dimensión (la estrategia del G12), está matando el progreso del evangelio en su área… todo pastor debe cambiar su tradicional manera de pensar, romper los modelos y entrar en la visión celular; si un pastor cambia, el milagro ya está hecho, pues de esta manera podrá influenciar en toda su comunidad.

En respuesta a este “evangelio” ególatra solo me queda decir:

Predicadores de esta calaña no merecen sino el desprecio nuestro. Y me dirijo de esta forma para muchos tal vez ofensiva e hiriente ya que:

“No existe peor predicador, que el que hace de la predicación un medio para darse propaganda”.